miércoles, 25 de enero de 2012

los grandes curiosos

El interés por conocer la composición fundamental de las cosas se inicio hace cerca de 2.500 años en la cultura griega.
Los filósofos Leucipo y democrito postularon que todos los objetos estaban conformados por la agregación de pequeñas partículas, a las cuales llamaron átomos, (que en griego significa sin partes).
 
 
 
 
A mediados del siglo XVI, el astrónomo polaco Nicolás Copérnico a partir del análisis de los registros astronómicos de los movimientos de los planetas, cambio la concepción del mundo como centro inmóvil del universo y formulo la teoría heliocéntrica, que sostiene que el centro del cosmos es el Sol 
 
 
 
 
Fue el sabio italiano Galileo Galilei quien cambio la manera de pensar en el movimiento
Propuso que la tendencia natural de los objetos era mantener su estado de movimiento
(Incluyendo el reposo). A esta propiedad se le conoce como inercia.
 

jueves, 19 de enero de 2012

Descripción y significado de los colores del aura

El tiene un color genérico fundamental similar a los vitreaux de las catedrales, pero los colores, sin embargo, cambian continuamente sobre el horizonte de cuadro áurico. Es un espectáculo notable ver por primera vez un aura humana, porque según van cambiando las emociones, los  pensamientos y el estado de ánimo del ser, así cruzan por su aura rayos coloríferos que se juntan, se entremezclan y estallan. Cada pensamiento, cada emoción, cada función subconsciente, cada impulso orgánico, es registrado en el aura. Continuas radiaciones de luz salen del ser humano y se quiebran en colores en su espectro áurico.


Los colores dominantes o fundamentales del aura son: el rojo, el azul y el amarillo. Los colores  secundarios del aura  son: el verde, el anaranjado y el violado, y los colores adicionales son: el blanco y el negro.
El negro en sí no es color, sino la ausencia de todo color. Esto es relativo a este plano, donde al mirar con los ojos físicos, se ve un negro que es carente, relativamente, de todo color, pues hay un negro mucho más intenso. Lo mismo se puede decir del blanco, que es la síntesis de todos los colores.
Los colores físicos y astrales se entrefunden en el aura, formando un color característico. El color siempre ha ido estrechamente relacionado con los símbolos religiosos y espirituales; y las instituciones religiosas hasta adoptaron el
colorido para lograr un mayor efecto psíquico y moral en sus respectivos cultos.

La iglesia cristiana, y especialmente la católica, viste al sacerdote con la dalmática roja, en la fiesta de los mártires; con la verde, en el tiempo ordinario del año, en el tiempo del sosiego; de violado, cuando conmemora la pasión de Cristo y los dolores de María; y de oro brillante, en las fiestas solemnes y de alegría. Esto indica que los antiguos sacerdotes conocían la
influencia de los colores, pues los habían visto en el espectro astral.

Descripción de los colores del aura según las emociones que determinan.

  • Rojo: Una pasión violenta, una ira irrefrenable, un deseo irresistible, colorean el aura con un rojo morado y, si a estas emociones se une el impulso criminal, se cubre este rojo morado como si se hubiera levantado un denso humo. Pero no siempre el rojo es negativo y malo, porque una noble pasión se pinta de púrpura, así como una noble indignación y un fuerte deseo de bien. Es, además, el color de la sangre, mejor dicho, de la vitalidad de la sangre, símbolo de la  motividad en su más alta expresión; pero, cuando más abnegado y puro se vuelve el amor y las emociones, tanto más se mezclará el rojo con el blanco hasta llegar a un hermoso color rosa pálido, color éste característico de muchas vírgenes.
  • Azul: La mente, en sus elevaciones hacia el espíritu, suele adornarse con este color; por eso la devoción, el amor al estudio, la cavilación filosófica y el arte de pensar bien en general, colorean el aura con el azul del cielo. Pero la terquedad en las propias ideas, la intolerancia, la fuerte y sostenida separatividad de credo, dan al aura un color pizarra. Asimismo, el noble pensador que se fosiliza en sus ideas, el creyente que se fanatiza en su religión, vibran con color añil.
  • Amarillo: Este es el color de los grandes y eclécticos pensadores, de los instructores espirituales, de los grandes místicos y de todos aquellos que vislumbran la Sabiduría Eterna.
  • Verde: Un buen estado de salud, el amor a la naturaleza y a la vida libre de campo, un estado de ánimo sosegado y poco especulativo, visten el aura de verde, que se torna más brillante cuando estas virtudes se acrecientan. Pero el perezoso, aquel que se abandona con peligro de caer en la inercia y en la indigencia, tiene un color aceitunado, pudiendo llegar al verde grisáceo, propio de los histéricos y de los envidiosos.
  • Anaranjado: El hombre inteligente pero que se envanece de su saber, el orgulloso, se adorna el aura de anaranjado. En el soberbio, este color toma un tono anaranjado rojizo, mientras que en que se alaba con justa razón, el color es oro viejo.
  • Violado: Este color acompaña mucho a los artistas y a las mujeres en su aspecto mejor. Denota un conjunto de virtudes trasplantado del mundo real al campo del ideal. Es muy fácil ver este color en los jóvenes que aún no están curtidos por las luchas de la vida, y en los ancianos que ya han sosegado sus pasiones.
  • Blanco: Cuanto más adelantado está el ser, tanto más blanca y brillante es su aura; pero este color nunca falta en mayor o menor proporción en ningún ser.
  • Negro: El negro acompaña todas las acciones negativas y da mayor realce a los colores malos; pero también un gran dolor, un momento de amnesia, pueden teñir el aura completamente de negro. La depresión, la tristeza y un fuerte desaliento, van acompañados por el gris.
No sólo estos colores se ven en el aura, sino muchos otros que producen las distintas combinaciones.