martes, 7 de febrero de 2012

Mitología Nórdica. Mani y Sól.

Los Carros estaban preparados, los corceles Arvakr (el despertador temprano), Allsvinn (el marchador veloz) y Alsvider (el más veloz), enganchados e impacientes para comenzar lo que iba a ser su recorrido diario, pero ¿quién iba a guiarles por el camino correcto?.

Los dioses buscaron a su alrededor y los dos bellos hijos del gigante Mundilfer llamaron su atención. El gigante estaba muy orgulloso de sus hijos y les había dado el nombre de las recién creadas orbes, Mani (Luna) y Sól (Sol). Sól, la doncella del Sol, era la esposa de Glaur (el brillo), el cual era probablemente uno de los hijos de Surtr (líder de los gigantes de fuego y guarda de las fronteras de Muspellsheim)


Los nombres asignados probaron haber sido otorgados acertadamente, pues el hermano y la hermana fueron nombrados los encargados de conducir los corceles de sus brillantes homónimos. Tras recibir los consejos de los dioses, fueron llevados hasta el cielo y día tras día, cumpliendo con sus obligaciones asignadas, conduciendo los corceles a través de los senderos celestiales.
Dice así el Hávamál:

Sabed que Mundilfer (el gigante) es el altopadre de Mani y Sól:los años pasarán uno tras otro,mientras ellos marcan los meses y los días.



Después, los dioses convocaron Nótt (noche), una de las hijas del gigante Norvi, y le confiaron el cuidado de un oscuro carro tirado por un corcel negro, Hrímfaxi (crines de hielo), de cuyas crines ondeantes cae el rocío y la escarcha todas las mañanas hasta la tierra. 














La diosa de la noche se había casado en tres ocasiones y con su primer esposo, Naglfari, había tenido un hijo de nombre Aud; con el segundo Annar, una hija llamada Jörd (tierra) y con el tercero, el dios Delliger (amanecer) dios del crepúsculo, otro hijo, cuya belleza era sublime y al cual se le dio el nombre de Dagr (día).

Tan pronto como los dioses se percataron de la existencia de este hermoso ser, le proporcionaron un carro tirado por el resplandeciente corcel blanco Skinfaxi (crines brillantes), de cuyas crines resplandecientes, rayos de luz brillan en todas direcciones, alumbrando el cielo y la tierra, iluminando el mundo y trayendo consigo luz y alegría para todos.
 

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